martes, 14 de octubre de 2008

PARQUE ARQUEOLOGICO DE SAN AGUSTIN


El Parque Arqueológico de San Agustín es un lugar que no se puede describir fácilmente. Es uno de estos lugares mágicos, donde uno entra para encontrarse con la historia, con los mitos y significados de otras culturas, de otras civilizaciones que aterran y que lo envuelven a uno en una telaraña de historias.
Poco se conoce acerca de las culturas prehispánicas que habitaron esta región durante más de quince siglos. Se sabe que fueron civilizaciones agrícolas. Por las estatuas de piedra, sarcófagos y tumbas se puede deducir que fueron pueblos de un grado de desarrollo altísimo que manifestaba sus creencias religiosas y mágicas en la escultura. Todo indica que en un momento dado de la historia, estas sociedades desarrollaron un intenso culto funerario guiado por chamanes o sacerdotes adornados en máscaras, turbantes y atuendos especiales. Como lo indican los antropólogos, el pueblo de San Agustín, presionado por agresivos invasores, fue obligado a dejar sus tierras y trasladarse hacia la Amazonia y el Orinoco. Esta desaparición ocurrió entre el 1300-1400 de nuestra era.


Sus creencias mágico – religiosas se manifestaban en la escultura de monumentales estatuas talladas según los principios de diseño, abstracción y simbolismo, manejo del volumen y de espacio que cualquier diseñador actual podría envidiarles. La característica principal de las esculturas de San Agustín es una gran cabeza por lo general desproporcionada con relación al resto del cuerpo. Las figuras más representativas que me llamaron la atención son:

• Doble Yo – representación de un guerrero o guardián tallado en piedra al estilo naturista que es un ser dual (doble cuerpo con sus respectivas cabezas integradas en un extremo a la cabeza felina frontal). Su poder simbólico se integra en lo masculino y lo femenino, siendo un símbolo de un poder mágico de un chamán.

• El Partero (llamado por los cristianos El Obispo) – una figura enorme de 4 metros de altura y varias toneladas de peso. Es una figura antropomorfa que recibe a un niño de los pies. Abajo se encuentra la mujer durante el parto. Esta figura es todo un misterio. El Partero mira al oriente por donde sale el sol, representando con esto la vida. Al fondo, se encuentra la tumba, es decir, la muerte.
• Águila con una serpiente en sus garras – símbolo de la creación, relacionado con la jerarquía política y símbolo del poder. Además de las esculturas, el conjunto de San Agustín constituye un centro ritual funerario, demostrando que para la civilización agustiniana la muerte fue un aspecto fundamental. Las tumbas están compuestas por una cadena de lajas de piedras paradas alrededor de un espacio donde se depositaba el cadáver. En los entierros de alta jerarquía se sobreponía sobre las demás lajas una piedra labrada con la representación animal o humana. En estas tumbas de piedra se enterraban los cadáveres con cerámica y diademas, brazaletes, pectorales y figuritas de oro. Encima de las tumbas se encontraban las estatuas. Allí, en la superficie, donde están colocadas actualmente, se encontraron enterradas de pie. La monumentalidad de las estatuas y de las tumbas de piedra reflejan hoy en día un sistema complejo de pensamiento de esta cultura desconocida que entendía y explicaba el mundo a su manera, tallando el misterio e inmortalizándolo en las piedras que yo tuve oportunidad de admirar.

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